No compartimos apellido, ni padres, ni sangre,
Ni asados, ni funerales, ni despedidas de fin de año.
Nos une otra cosa: Algo de música y de literatura,
De sentimiento de irritabilidad social y existencialismo lacerante.
Quiero contarte querido hermano que vivimos en un gran círculo,
Yo corro detrás tuyo, tratando de alcanzarte, pero solo veo tu espalda.
Apresuro la marcha pero al mismo tiempo te veo hacer lo mismo.
Me resulta imposible alcanzarte, y saboreo el gusto de sentirme a tu sombra.
Por otro lado querido hermano, tú también corres en ese gran círculo,
Solo ves mi espalda y te esfuerzas por alcanzarme.
Pero me ves correr y piensas que vas a perderme,
Comienzas a hacerlo tú también con más fuerzas, pero nunca llegas a mi lado.
Algún día, uno de los dos aminorará la marcha y nos encontraremos,
No importará quien lo haga, pues ese día sonreiremos complacientes.
Quiero confesarte hermano, que espero que ese día nunca llegue,
Porque esta eterna carrera, nos vuelve cada vez mas sabios, cada vez mas puros.
Hace unos domingos lo escuché hacer música,
Yo tenía vestigios de una flor en mi pecho y ella me ayudo a entenderlo todo.
El sol sobre el techo de cristal, iluminando ese Rick wakeman del subdesarrollo.
Me hizo saber que esa carrera recién empieza. Solo nos queda correrla.
Brindo por todo eso,
Por las cervezas que abrimos y las que faltan abrir.
Por las mejores líneas que aun no han sido escritas,
Por este tipo de cursilería gratuita.
Y sobre todo brindo, porque definitivamente hermano eres “El mal hijo”
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