Nos metemos en la casa destinada a la reunión, era uno de esos caserones grandes que tenia dos plantas y en la parte trasera un quincho con grandes ventanales, con una gran mesa de platico blanca con sus respectivas sillas. Hitler estaba adentro, en la segunda planta, la reunión ya había comenzado y, a pesar de ser quien organizaba, tenia prohibido el paso. Al principio un par de soldados con esvásticas vigilaban la puerta del quincho, luego desaparecieron. Ahí me entere, o recordé, o simplemente invente, que yo podía ser o del bando contrario a Hitler y organizaba eso para negociar la paz ó yo era una especie de organismo internacional neutro que juntaba a las potencias a discutir sus problemas, sabia que junto al tercer Reich dentro de la casa estaba el presidente de los Estados Unidos y algunos personajillos más de la vieja Europa. Yo estaba preocupado, si intentaba matar al Führer los monigotes Nazis me descosían a balazos, si no lo hacia el barbudo y su organización de izquierda le iban a hacer no se que a mi familia. Estaba incomodo, quería que todo se resuelva rápido.
Momento de tensión del sueño, rozando la pesadilla: Un grupo comando de ocho o diez barbudos entran por asalto al quincho y nos hacen tirar a todos al piso, yo trato de decirle que soy quien les dio la información para que puedan entrar sin problemas, pero me apuntan y me hacen que me tire al piso con los demás, y es ahí cuando lo veo, la pesadilla comienza a descascararse y le veo el costado bizarro, entre el grupo de roñosos hippies pude ver remeras de los Doors, de Pescado Rabioso, de Led Zeppelin, unos tenían pantalones de trabajo, otros bombachas de gaucho, dos o tres esos pantalones ultra hippies a rayitas. Pero lo peor de todo no era eso, no, el colmo de la situación era que no tenían armas, apuntaban con los dedos.
Me di cuenta de que huir era muy fácil, no sin cierto temor, me levante y empecé a correr ante los gritos a mi espalda de “alto” y “tirate al piso hijo de puta”. Yo salí del quincho, salte una ligustrina y corrí con todas mis fuerzas por la calle hasta llegar a un negocio de ropa que había en la esquina y me metí, la vendedora tenia cara conocida, le dije que por favor no me venda. Fui hasta un rincón donde colgaban muchas perchas y ahí me metí, bien segurito dentro del closet.
La concha de su Madre!!!, habiendo tantos lugares acordes a un sueño que involucraba a la izquierda, al tercer Reich, un complot internacional y un doble agente, ¿Tenia que terminar dentro de un Closet?, una trinchera, no, un avión hacia África, no, saltando en paracaídas sobre una isla secreta de las antillas, no, demoliendo Berlín, menos, dentro de un closet, carajo, carajo, carajo. Vamos a tener que hacer algo con ese final…
…Tranquilamente pude haber matado a Hitler.