Grave error el de olvidarme el reproductor de música en el trabajo. Salir a la calle sin es coraza que me protege del exterior, del agónico susurro de una sociedad en llamas. De las triste pregonaría de un hombre ofreciendo un producto que al resto resulta inútil, pero el o transforma en pan, de la ignorancia colectiva que se manifiesta en cada esquina, de los autos apresurados por llegar a ningún lugar, de la soledad de millones, de la indiferencia colectiva.
La música es quizás aquel Mesías que rescata al menos un sentido de la mediocridad cotidiana, del frío, de la calle testada de imbéciles, del sabor a derrota, y del café recién digerido. Quizás sirve de cortina para aquella triste realidad que percibo.
Mientras el colectivero escucha Alejandro Sanz miro las luces de alguna fabrica al costado de la autopista y pienso cuantos sueños acallados se encontraran adentro, cuanta vitalidad fraccionada en turnos de ocho horas necesitara un reproductor de música. Trato de concentrarme, pero el murmullo de la gente es insoportable, la atmósfera bastante pesada, y aparecen unas insoportables ganas de mear.
¿Cuánto faltará para correo central?, ¿cuanto ganará e tipo que diseño aquella publicidad luminosa?, ¿pensar lo mismo que yo aquel tipo del auto rojo?, ¿habrá un baño cundo llegue a destino?, ¿Qué tipo de música le pondría a este peculiar paisaje de Dock Sud?
Hace un rato aprecie la oscuridad, mis ojos no percibían el horizonte, la tierra y el cielo se fundían en la negrura absoluta. Ahora… containers, que en su interior seguro contengan televisores, ropa, consoladores de Taiwán, pero estoy seguro que ninguno acoge en su interior la felicidad. Felicidad que la gente intenta encontrar en el casino que acabo de pasar y que está lejos de reflejarse en el rostro de aquel personaje tirando de un carro que cruzo al entrar a avenida Garay.
Al fin las luces de la ciudad, la autopista que desparrama sus brazos enormes sin reparar donde caerán.
Creo que estoy llegando, el incremento de publicidades indican que estoy en un lugar habitualmente muy transcurrido, el bulevar, la casa de comidas rápidas y los eternos edificios en remodelación, los grafittis que adornan la quimera y el boludo escribiendo en el colectivo.
¿Dónde irá la gente que espera el 62? Tienen aspecto de volver a sus casas luego de un día de trabajo, pero uno no debe fiarse del aspecto de este vil animal llamado ser humano.
Definitivamente estoy llegando. Edificio que recuerda a los carapintadas, muchas curvas, muchos autos y al fin, el cartel del Luna Park.
Llegue… Espero que haya un baño
2 comentarios:
BRAVoooooooooooooooooo
ke genial e ingeniosa descripcion de todo lo q se nos cruza por la cabeza cuando viajamos!!!!!
ese popurri de imagenes cotidianas combinados con reflexiones casi sociologicas es excelente
niti segui escribiendo asi,
tenes un estilo genial
ya que me resulta inevitable no identificarme con tus ideas y pensamientos!!!
un beso grande!!!!!1
che al final que dia vas a ver a soda??
el dom 21?
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